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sábado, 25 de febrero de 2012

Sofisma a la mierda

Ensalzados, todos y cada uno, en la mezcla primera, unívoca y universal. Vida  a la Muerte, Amor al Odio, “Perfección” a la susodicha Mierda — lo único que nos hermana—
La omnipresente rubrica de vivir “Sed buenos con vuestros padres”, “No seáis codiciosos”, “No seáis avaros”, “No seáis orgullosos” ¡Al carajo pienso yo! ¿Quien, o quienes, de aquellos que practican tal prosaica, rimbombante, superior y —en sus propias palabras— verdadera moral, verdadero actuar, lo hacen por lo que, en sí misma, vale su forma de vida, de proceder?  el protocolo cliché, la danza inmaculada, el ideal estético. La familia que se ama, los niños en el parque, el padre que trabaja, la madre que cocina. Pienso, basado en un empirismo desaforado de recuerdos y una anorexia teórica típica de cualquier sofista, qué, no es posible actuar de forma correcta —O más bien, aceptada, o sea correcta— sin que, se esté bajo la inquisitiva mirada del genérico “los demás”. O díganme si no es cierto que Colombia es en realidad el país más feliz del mundo, conformado por hombres y mujeres —No mujeres y hombres— organizados en núcleos familiares igualitarios, en un territorio estatalizado —a cabalidad— en donde prima la legitimidad sobre la ley, en donde el hambre es, desde por lo menos nueve años atrás, un viejo fantasma. Aquí, en esta sociedad laica, cobijada por el manto equitativo de un patriotismo sin segregados ni enaltecidos, aquí donde se pone en práctica, o mejor, en dónde es totalmente común un amplio espectro moral, incluyente, aquí donde no hay maniqueísmos, ni políticos ni culturales. Donde somos tan civilizados, en donde entendemos la prístina equivalencia entre cultura y civilización, entre no matar toritos y comer pechuga  a la plancha, bistec o morcilla, aquí en dónde hablamos de vida sin muerte, de amor perpetuo, infinito, de política y ética —Ni siquiera moral, por fortuna— de patria sin genocidio, de colombianos sin tacha, aquí no existe la mierda, ni la putrefacta conciencia de absolutamente nada. Porque tras cada estúpida “Crítica” desbordada de humor barato, tras cada carcajada repleta de una auto-laceración genérica, tras cada Colombiano, aun tras del que se reconoce bufo y estúpido, está el hecho de que se siente, se ve, se identifica como “Colombiano”, tras este embeleco totalizante se encuentra un álter ego, la verdadera mierda que nos hermana, no solo a Colombianos, incluye  a toda nuestra raza maldita, a todos nosotros, humanoides simiocéntricos. No olvidemos, lo mejor de cada uno de nosotros es la mierda, y lo mejor de todos nosotros, la mierda. Lo mejor del universo, todo menos la mierda, todo menos el hombre.

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