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domingo, 22 de mayo de 2016

Con quererlo no basta

Ya que con quererlo no basta, me desintegro hoy.
Me desintegro para rearmarme mañana, cuando despierte de nuevo en el camino
Me desintegro para dar cuenta de mi pluralidad pegada con babas
Esa que se desintegra para integrarse de nuevo, como siempre.
Estoy más integrado que roto ¿Debería realmente estar roto frente al mundo? ¿Debería destrozarme de una vez?
Es que al contemplar el mundo frente a mí mismo no logro más que remendarme de nuevo, siempre a medias.
Vuelven las olas de embrutecimiento; más dentro, más dentro cada vez
Preparan el terreno fangoso en el que me hundo cada noche, sin esperarlo siempre
Siempre de improvisto, siempre creyendo en la singularidad del fango que me sepulta
¿No llevo casi media vuelta al sol hundiéndome, noche y día?


lunes, 11 de enero de 2016

Excurso II: Bowie


"(...) Y deseaba ardientemente llegar a viejo, pues siempre había creído que solo es verdaderamente grande y realmente digno de estima el artista a quien el destino ha concedido el privilegio de crear sus obras en todas las etapas de la vida humana" Thomas Mann







Las cosas difíciles de entender son por lo general aquellas que revelan lo realmente esencial en este oficio perpetuo de existir, pero que, por sí mismas, poco dejan entrever hasta que no se las vive, hasta que no se las goza, hasta que no se las sufre.


¿Qué quiere decir felicidad antes de haber dicho con el estómago revoloteando: soy feliz? 


¿Qué es la tristeza antes de haber sentido un torrente de lágrimas y sentires que perduran días, semanas, porciones significativas de tiempo?


¿Qué quiere decir amor antes de haber visto a través de los ojos de ese otro un universo entero, antes de haber sido desnudado con una mirada, con un gesto, con una sonrisa?



Antes de todo solo hay palabras: palabras que ansiosas buscan ser preñadas de significados vivos y palpitantes. Las palabras buscan siempre significar, y esa búsqueda de significado es lo que los paseantes del presente llamamos existencia. 



Hoy me perdí preguntándome sobre la muerte, sobre la ausencia, sobre el olvido. Y tal vez llego a la conclusión de que: a la muerte no la conozco, la he visto de lejos; la ausencia ha sido un ciclo al cual me he resistido inútilmente, ya que si hasta a veces estoy ausente para mis mismo, qué decir para los demás; y el olvido es siempre, mientras no tengamos certeza de dónde y cuándo termina el futuro, inevitable. 


Muerte, ausencia y olvido. Todas, de alguna manera, manifestaciones del no-ser. De la nada que eclipsa al algo; de la nada que, nunca lo sabremos, puede que sea solo una sombra, que sea algo y no exista en sí misma más allá de ser mero ocultamiento. Si la respuesta a la pregunta de ¿Por qué hay algo en vez de nada? Es: no hay nada porque nada es sombra, y por lo tanto sombra es algo… solo nos queda alumbrar las sombras, desocultar lo oculto y, si es el caso, des-alumbrar lo que resplandece. Por eso el olvido, al igual que el recuerdo, son opciones, son fenoménicamente experimentables.



Tal vez el esfuerzo del artista, de quien sublima, es salir al paso a esa sombra que es la nada, es tender puentes entre el algo y la nada, es ocultar lo que es obvio y alumbrar lo que estaba antes oculto. Se debate entre ser esto y ser lo otro, entre dejar de ser para llegar a ser.

Hoy una sombra te ha cubierto, David. Llámese como se llame: muerte, finitud, ausencia. Esa misma sombra que hoy te ha ocultado ha hecho que el juego de contrastes se altere de tal forma que, esta noche, resplandece aquello que antes estaba oculto, que antes no se vislumbraba. Entre esos fulgores está el sentido de tu arte y tu vida: del arte que es vida y la vida que es arte, de la vida hecha obra de arte y por lo tanto vivida de principio a fin cuál obra, que culmina para reiniciar en el mundo de lo eterno, le intemporal, lo que está más allá de nosotros que paseamos por la vida. Tu hoy terminaste este paseo y te fundiste en el horizonte con aquello que nos dejaste a quienes aún seguimos paseando en nuestro eterno presente.


Hoy, luego de vivirlo y sufrirlo, entiendo qué es David Bowie para mí. 

David fragmentos eternos de sonidos e imágenes, de amuletos que llevan historias de caminos recorridos, de fantasías deseadas y hechas realidad. Un día soleado y una amistad que nace es para mí ese fragmento llamado Oh! you pretty things; una sonrisa tímida y escapista en medio de un hostil despertar lleno de dificultades y preocupaciones es tu Starman; una mirada nostálgica, un cigarrillo dedicado al pasado y a quienes se van dejándome en mi soledad es un rock and roll suicide; un dulce momento de feliz aislamiento en mi cuarto es un sound and visión; un sentimiento místico de ser uno con el mundo y sentir la belleza misma es un Warsaza; unas ganas irrefrenables de los placeres mundanos de fiestas, noches interminables de embriaguez y diversiones de bares y discotecas o parques fríos de madrugada es un Whatch that man o un Diamond dogs; las nostalgias y sentires de la política que es arte y vida puesta en riesgo por crear posibilidades de otro mundo distintito son un We are the dead y un Rebel Rebel; los oscuros ánimos de decepción y desprecio por el mundo son un Station to station o un Cracked actor; los enamoramientos son un Soul love; el primer amor será siempre para un mi un The Prettiest Star; las búsquedas y los coqueteos fallidos serán un Drive in Saturday; las necesidades cambiar y seguir viviendo pese a ello serán un muy sentido Changes; los momentos de absoluta felicidad y gloria siempre serán un Heroes.

De ti me quedan muchas canciones, muchos fragmentos eternos; porque las canciones no son de uno, pero viven a través de uno que las escucha, que las lleva como amuletos y las ata a algún momento memorable de su propia vida.

Finalmente, a través lo que es David Bowie para mí, te dedico una última y única canción.






Adiós, David.



"I'm not a prophet or a stone age man 
Just a mortal with the potential of a superman 
I'm living on"


lunes, 14 de diciembre de 2015

EXCURSO I: AMOR, MÚLTIPLICIDAD. NO OLVIDAR LO BELLO DE LO INGENUO

Hoy, ante las circunstancias y los aconteceres imprevistos he decir, a riesgo de sonar patético o apático, que no soy yo sino que somos muchos. Y que esos muchos no perdemos la alegría del rostro pese a nuestras tristezas. Que pareciese que el acto de ser y estar fuese a cada momento, durante los últimos tres meses, una perpetua montaña que sufrir, que escalar. Desde que te fuiste, desde que me dijiste adiós esta maraña de certidumbres se vino al suelo. Si es que lees esto, sabré que aún me guardas en tu recuerdo, si es que nunca lo lees, no importa, tengo una certeza de que aún estoy en ti de alguna forma, tal y como tu estás en mi de formas que solo descubrí cuando me encontré sin un vínculo material a ti. Solamente no quiero nunca llegar a  creer que todo es tan mecánico, que la magia del amor es simplemente ilusión, que las relaciones son como las migraciones de aves: mismas rutas, mismos gestos, mismos ires y mismos venires; solo cambia el tiempo y el par de entes. -Sí, solo pienso en pares, en dualidades,  este es el amor que me enseñaron a enunciar; luego aprendí en un libro que más de dos entes y el amor se convierte en fraternidad-

Qué decir, decir que me siento desencantado con la vida, que no logro encontrar una salida a esta cárcel que yo mismo me he labrado, que me duele no tenerte cerca. Temo, temo mucho, estoy aterrado. Pero, si lees esto has de saber que aún te espero. Te ruego me busques. Te abrí como nunca a nadie las puertas de lo que soy y siento que para no perderme de mí mismo debo sentirte, es tonto pero no puede ser de otra manera. No sé si estoy vacío, la última vez que en eso pensé escribí de corrido 1015 palabras de tristeza, ira y desazón. Dejo un fragmento de ellas aquí, sin intención de justificarme, simplemente lo dejo para dar cuenta de que no soy yo sino que somos muchos. Alguno de estos muchos escribió esto, en un tiempo y espacio pasados.

 Antes de dar paso a esas tristes palabras color azul, me forjaré un recordatorio mágico, legaré un recordatorio a los unos múltiples Diegos que en el mañana pasen sus ojos por estas letras. Ojalá siempre me den la razón, futuros yo.

Para no olvidar que si regresa el amor, pese a este dolor tan grande que hoy sientes, en este preciso momento, te pido que  nunca digas no. Amar es dar lo que no se tiene, esa debe ser tu máxima. Dar, dar en la felicidad, en la tristeza, en la rabia, en la derrota, no dejar de dar pese a todo, pese a uno mismo. Dar. No olvides dar, nunca lo hagas. Prométeme, Diego, nunca desconfiarás de ese sentir humano y mágico que es el amor. Si lo sientes de nuevo, y si vienen las dudas, las descofianzas, las heridas que nunca terminan de sanar, simplemente recuerda: Nada más digno que dar, que amar a quien se ama más allá del amor mismo, más allá de uno mismo. Recuerdalo. Sonrisas, abrazos, embriones de calor humano, lágrimas sin medida, carcajadas sin medida, confianza desinteresada, esperanza proyectada al infinito, la realidad hecha un sueño. Que el amor sea siempre para tí la realidad hecha un dulce, bello, perfecto y humano sueño. Un lago onírico en medio del desierto de lo real. Que inevitablemente despertarás y será doloroso, no lo dudes. ¿Pero qué es el sufrimiento frente a la realidad embellecida con el manto del sueño? Esa realidad donde todo es posible, donde solo importan dos seres frente al resto del universo.

Querer fijar el devenir del ser es absurdo, pero esto de arriba es sagrado porque es aquello que para mi significa el amor hoy. Y lo lego, ya sea para que se lo lleve el inevitable devenir de lo que seré; ya sea para que se convierta en una máxima ética; ya sea para que sea un lindo recordatorio de tiempos mejores, peores, al fin de cuentas pasados.


Y ahora, las letras azules escritas por uno de nosotros. Perdona que sean azules, y perdona que estén llenas de ira. Pero, no puedo negar mi humanidad. En este momento no pienso así, pero la tristeza que ahí está contenida, continua.


...

(...)
No importa nada, no importo yo, no importa mi vida, no importa lo que haga o deje de hacer. Solo importas tú, me he abandonado, he abandonarme. He de estar destinado a caminar solo y solitario, vacío y temeroso por este mundo. No busco la compasión de nadie, no me importa nada. Solo me importa poder leer esto alguna vez y saber que era impulso, que no era verdad. Sin embargo sé que así no será, sé que pasaran los días, las semanas, los meses y los años. Me encontraré de nuevo con estas letras y nada habrá cambiado, nada…. Ya estoy viejo, ya moriré así, ya no vendrá juventud, transformación, cambio. El mismo cretino, el mismo soliloquio, monologo, bonito pero indeseable, hermoso pero como simple externalidad.

No valgo absolutamente nada. Espero sobrevivirme a mí mismo estos meses, estos años. Me siento solitario y estúpido. No creo que lo que haga cambie algo… no quiero despertar mañana, no quiero afrontar otro día como cada uno de los días que he tenido que vivir.
Me odio y me amo profundamente. Soy un egoísta reprimido y un reprimido egoísta. Una negación de todo y una afirmación de nada. Soy yo, mi nombre, mi rostro, mis gestos, mis faltas, mis vacíos. Soy esta asquerosa colcha de retrasos: vidas, años, miedos. Soy nada, nunca seré nada, nunca lo he sido. No he significado nada para nadie ni nunca significaré algo. SIPLEMENTE HE DE DEJARME IR, ABANDONARME…. CERRAR LOS OJOS Y ESPERAR  ABRIRLOS POCAS VECES EN UN FUTURO… Y QUE VENGA EL DÍA EN QUE DEPSERTAR NO SEA NECESARIO

ADIOS, ADIOS, ADIOS. VETE DUERME, MUERETE, MUERTE MUERETE. Olvídate.. Olvídate.. Olvídate… Imbécil, estúpido, çç

Te odio. Te aborrezco, te tengo miedo, también compasión…. No sé qué eres ni porque soy tú y tú eres yo. No lo sé. Pero así es.  Y así ha de ser


No soporto esto.

domingo, 24 de mayo de 2015

REFLEXIÓN VITAL SOBRE EL AHORA

Llegó una pregunta a mí el otro día. No sé si fue lanzada desde el universo y cayó justo sobre mi cabeza, o si se incrustó hace una  década en mi conciencia floreciendo, repentinamente, hace un par de días, justo al anochecer.

¿Qué es lo que realmente debo hacer?

Yo solo pude afirmar con miedo: no lo sé, no sé qué es lo que realmente debo hacer.
 Sin embargo, de entre la oscuridad de una pregunta que se queda sin respuesta nació otra que, indudablemente, sí encontró en mí algo, tal vez no una respuesta pero al menos una reflexión.

 ¿Quiénes realmente viven?

¿Serán acaso aquellos que viven de anhelos, esos quienes, como sombras enrarecidas,  se proyectan sobre el  mañana y entregan todas sus energías y lo que son a la consumación de tan opaco ideal? No será aquello demasiado fácil, entregarse al futuro y sonreír pese a lo vacío y nulo del horizonte, sonreír con la confianza empeñada en la nada. Eso es querer llegar a ser la sombra de lo que se es, siempre proyectándose, nunca existiendo.  

 No es eso lo que me tranquiliza ahora.

Quienes realmente viven no lo hacen en función del mañana, del mañana muerto que aún no ha siquiera nacido.

El mañana está muerto porque no existe todavía, no comprenderlo es cargar un muerto a las espaldas. Quienes viven en función del mañana cargan un  cadáver y además se pierden hipnotizados mirando sus ojos huecos; es por eso también que están mitad muertos, como las sombras, pues aunque existen, no existen por sí mismas. Yo, por mi parte, pienso que  lo único que tengo es el ahora, sin evasiones, sin máscaras, sin atavíos. El absoluto presente. Aquellos que sienten, viven, saborean, rumean el presente tal vez son los realmente vivientes, no quienes se proyectan constantemente hacia el mañana, que no están en el presente sino por un modesto e hipócrita tránsito necesario y vacío hacia el futuro. Están pero no están; medio vivos porque caminan, medio muertos porque no sienten. Afrontar ¡Afrontar es la palabra!; cargar y afrontar el ahora como venga, a la brava,  sin medida. Eso es estar vivo, aceptar lo absoluto e innegable del presente encarnado en lo más profundo del universo; el acá y el ahora como extremidades sensibles, conductoras de dolor, placer, vida y muerte. Sentimientos profundos e innegables.

Lo que único  que tuve y tengo es el ahora, también es lo único que tendré, incluso lo último que tendré.

Mañana, no existes. Vivir para ti es vivir para la nada;  es estar siempre contemplando tu horizonte invisible siendo insensible al mundo que palpita debajo de los pies. 

No saber lo que realmente debo hacer, guardando silencio frente a las preguntas del mañana, puede que sea una señal de estar viviendo realmente.

ENCUENTRO (ESCRITO en 2011)


Quisiera que no fueras una realidad distante,
No quiero idealizarte, no mereces tener esa ascética aura de perfección, tú eres mejor, imperfecta, humana y real,
Quisiera conocerte, quisiera saber tus defectos y huir de una vez por todas de tu recuerdo, de  tu idea, tomarte de la mano,
Injusto que tan solo seas recuerdo, impulso neuronal, desazón imaginaria que se perpetua a cada latido, a cada parpadeo.
Por favor ayúdame a asesinarte, muere diáfana e impecable, idea perfecta, sueño sabor miel,
Tu sangre se cuela en forma de lágrimas entre mis ojos que te ven y al mismo tiempo sienten tu calor
Puedo percibir, tus manos, tu pelo, tus brazos, me abrazas, renaciste,
No he de imaginarte nunca más.
Ahora estas más viva que nunca.



CLAP (ESCRITO en 2012)

De tanto sorber la crema, de tanto lamer mi helado, ¿Sabías?, disfruto de combinar lo blanco con lo pardo, lo cremoso con las texturas de la mora, dulce, morada y llena de trozos de fruta. Aquellas vibraciones ofuscadas, tras bambalinas, una deliciosa  línea de bajo, un clapoteo, como ayer en la tarde Me di cuenta que al caminar el clap que producen nuestros zapatos al golpear el suelo, es simultaneo; un clapoteo bajo el talón, al mismo tiempo, otro en la punta del zapato. Ahora bien, no sé si me es difícil hilvanar algo cordial, algo formal. Estoy triste y deseo dejar de parecer un loco, ¿Sabes?

INSTRUCCIONES OBSOLETAS PARA NO LLORAR EN PUBLICO. (ESCRITO en 2012)

Camina, sonríe, saluda, y si es necesario besa; conversa, pon mucha atención, se cordial, despídete y recuerda, no olvides besar de nuevo; regresa a casa, aliméntate, diviértete, ríe, duerme bien; cuando sueñes, remienda tu traje, llénalo parches mágicos y atavíos, edulcora tu rostro, píntale una sonrisa golosa, una mirada vivaz. No permitas, espíritu mío, que te vean sin tu embeleco; no dejes expuesto tu cuerpo famélico, tu mirada lánguida, tus ojos tristes; olvida por unas cuantas horas que eres un cadáver errante, un ánima fuera de sí.