Llegó
una pregunta a mí el otro día. No sé si fue lanzada desde el universo y cayó
justo sobre mi cabeza, o si se incrustó hace una década en mi conciencia floreciendo, repentinamente,
hace un par de días, justo al anochecer.
¿Qué
es lo que realmente debo hacer?
Yo
solo pude afirmar con miedo: no lo sé, no sé qué es lo que realmente debo hacer.
Sin embargo, de entre la oscuridad de una
pregunta que se queda sin respuesta nació otra que, indudablemente, sí encontró
en mí algo, tal vez no una respuesta pero al menos una reflexión.
¿Quiénes realmente viven?
¿Serán
acaso aquellos que viven de anhelos, esos quienes, como sombras enrarecidas, se proyectan sobre el mañana y entregan todas sus energías y lo que
son a la consumación de tan opaco ideal? No será aquello demasiado fácil, entregarse
al futuro y sonreír pese a lo vacío y nulo del horizonte, sonreír con la
confianza empeñada en la nada. Eso es querer llegar a ser la sombra de lo que
se es, siempre proyectándose, nunca existiendo.
No es eso lo que me tranquiliza ahora.
Quienes
realmente viven no lo hacen en función del mañana, del mañana muerto que aún no
ha siquiera nacido.
El
mañana está muerto porque no existe todavía, no comprenderlo es cargar un
muerto a las espaldas. Quienes viven en
función del mañana cargan un cadáver y
además se pierden hipnotizados mirando sus ojos huecos; es por eso también que
están mitad muertos, como las sombras, pues aunque existen, no existen por sí
mismas. Yo, por mi parte, pienso que lo
único que tengo es el ahora, sin evasiones, sin máscaras, sin atavíos. El
absoluto presente. Aquellos que sienten, viven, saborean, rumean el presente
tal vez son los realmente vivientes, no quienes se proyectan constantemente
hacia el mañana, que no están en el presente sino por un modesto e hipócrita
tránsito necesario y vacío hacia el futuro. Están pero no están; medio vivos
porque caminan, medio muertos porque no sienten. Afrontar ¡Afrontar es la
palabra!; cargar y afrontar el ahora como venga, a la brava, sin medida. Eso es estar vivo, aceptar lo
absoluto e innegable del presente encarnado en lo más profundo del universo; el
acá y el ahora como extremidades sensibles, conductoras de dolor, placer, vida
y muerte. Sentimientos profundos e innegables.
Lo que único que tuve y tengo es el ahora, también es lo
único que tendré, incluso lo último que tendré.
Mañana, no existes. Vivir para ti es vivir
para la nada; es estar siempre contemplando
tu horizonte invisible siendo insensible al mundo que palpita debajo de los pies.
No
saber lo que realmente debo hacer, guardando silencio frente a las preguntas del mañana, puede
que sea una señal de estar viviendo realmente.
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